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Nuestra civilización ha perdido el contacto con la noche. Con las luces, devolvemos la santidad y la belleza de la noche a los bosques y al mar; los pueblecitos, incluso las encrucijadas, no quieren saber nada de ella. ¿Acaso la gente moderna tiene miedo de la noche? ¿Temen esa inmensa serenidad, el misterio del espacio infinito, la austeridad de las estrellas?