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Casi todas las acciones pecaminosas que se han cometido se deben a un motivo egoísta. Es un rasgo que odiamos en otras personas, pero que justificamos en nosotros mismos.
Casi todas las acciones pecaminosas que se han cometido se deben a un motivo egoísta. Es un rasgo que odiamos en otras personas, pero que justificamos en nosotros mismos.