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  • Sí, el mundo puede aspirar a la vacuidad, las almas perdidas lloran la belleza, la insignificancia nos rodea. Entonces bebamos una taza de té. El silencio desciende, se oye el viento en el exterior, las hojas de otoño susurran y levantan el vuelo, el gato duerme en un cálido charco de luz. Y, con cada trago, el tiempo se sublima.