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el crecimiento de la intimidad es así. Primero uno ofrece su mejor retrato, el producto brillante y acabado remendado con fanfarronería y falsedad y humor. Luego se necesitan más detalles y uno pinta un segundo retrato, y un tercero -antes de que las mejores líneas se anulen- y el secreto queda al fin al descubierto; los planos de los cuadros se han entremezclado y nos han delatado, y aunque pintemos y pintemos ya no podemos vender un cuadro. Debemos contentarnos con esperar que las fatuas descripciones de nosotros mismos que hacemos a nuestras esposas, hijos y socios sean aceptadas como verdaderas...".