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Contrariamente a los ecologistas, la naturaleza no se detiene ni mantiene un equilibrio que garantice la supervivencia de ninguna especie, y menos aún la de su mayor y más frágil producto: el hombre.
Contrariamente a los ecologistas, la naturaleza no se detiene ni mantiene un equilibrio que garantice la supervivencia de ninguna especie, y menos aún la de su mayor y más frágil producto: el hombre.