-
Tres millones de personas, armadas en la santa causa de la libertad, y en un país como el que poseemos, son invencibles ante cualquier fuerza que nuestro enemigo pueda enviar contra nosotros. Además, señor, no lucharemos nuestras batallas solos. Hay un Dios justo que preside los destinos de las Naciones, y que suscitará amigos que luchen nuestras batallas por nosotros.