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Ningún sentimiento natural es alto o bajo, santo o profano, en sí mismo. Todos son santos cuando la mano de Dios está en la rienda. Todos se vuelven malos cuando se establecen por su cuenta y se convierten en falsos dioses.
Ningún sentimiento natural es alto o bajo, santo o profano, en sí mismo. Todos son santos cuando la mano de Dios está en la rienda. Todos se vuelven malos cuando se establecen por su cuenta y se convierten en falsos dioses.