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El problema era que tenías que seguir eligiendo entre un mal u otro y, eligieras lo que eligieras, te sacaban un poco más, hasta que no te quedaba nada. A los 25 años la mayoría de la gente estaba acabada. Toda una maldita nación de gilipollas conduciendo automóviles, comiendo, teniendo hijos, haciendo todo de la peor manera posible, como votar al candidato presidencial que más les recordaba a ellos mismos.