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Enseña a tu alumno a observar los fenómenos de la naturaleza; pronto despertarás su curiosidad, pero si quieres que crezca, no te apresures demasiado a satisfacerla. Planteadle los problemas y dejad que los resuelva él mismo. Que no sepa nada porque tú se lo has dicho, sino porque lo ha aprendido por sí mismo. No le enseñes la ciencia, deja que la descubra. Si alguna vez sustituyes la razón por la autoridad, dejará de razonar; será un mero juguete de pensamientos ajenos.