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Después de mucho tiempo Annie ya no era una niña. Era una niña grande y yo estaba tan enamorado de ella que vivía en un sueño. En el sueño mi corazón parecía a punto de estallar, pues parecía que el mundo entero estaba dentro de él hinchándose para salir y ser el mundo. Pero aquel verano llegó a su fin. Pasó el tiempo y no ocurrió nada de lo que en un momento habíamos estado tan seguros de que ocurriría.