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Un telkhine estaba encorvado sobre una consola, pero estaba tan enfrascado en su trabajo que no reparó en nosotros. Medía un metro y medio, tenía una piel de foca negra y unos pies rechonchos. Tenía la cabeza de un doberman, pero sus manos con garras eran casi humanas. Gruñía y murmuraba mientras tecleaba. Quizá estaba enviando mensajes a sus amigos de uglyface.com.