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  • ...de repente, me besó. Justo en medio del restaurante del hotel Robert E. Lee, me besó tan despacio, con la boca abierta, que cada parte de mi cuerpo -mi piel, mi clavícula, el hueco de mis rodillas, todo dentro de mí- se llenó de luz.

    Kathryn Stockett (2009). “The Help”, p.183, Penguin