Tal vez la poesía sea esto: un Atemwende, un giro de nuestro aliento. Quién sabe, ¿quizás la poesía sigue su camino -el camino del arte- en aras precisamente de ese giro? Y puesto que lo extraño, el abismo y la cabeza de Medusa, el abismo y el autómata, parecen ir todos en la misma dirección, ¿es acaso este giro, este Atemwende, lo que puede separar lo extraño de lo extraño? ¿Es acaso aquí, en este breve instante, donde la cabeza de Medusa se arruga y el autómata se desploma? ¿Quizás, junto con el yo, enajenado y liberado aquí, de esta manera, alguna otra cosa también es liberada?