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Ni llama pública, ni privada, se atreve a brillar; ¡Ni chispa humana queda, ni vislumbre divina! He aquí que tu temible imperio, el Caos, es restaurado; La luz muere ante tu palabra increadora: Tu mano, gran Anarca, deja caer el telón; Y las tinieblas universales todo lo sepultan.