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  • Miró fijamente a Peter y se dio cuenta de que en ese momento, cuando no había estado pensando, sabía exactamente lo que él había sentido mientras avanzaba por el colegio con su mochila y sus pistolas. Todos los niños de este colegio desempeñaban un papel: deportista, cerebrito, bellezón, bicho raro. Lo único que Peter había hecho era lo que todos soñaban en secreto: ser alguien, aunque sólo fuera durante diecinueve minutos, a quien nadie más podía juzgar.

    Jodi Picoult (2008). “Nineteen Minutes”, p.440, Simon and Schuster