-
El miedo apesta. Porque nunca sabes cuándo te va a atacar. A veces se acerca sigilosamente por detrás, riéndose como tu mejor amiga de séptimo curso. Luego te golpea en la nuca y te hace caer de rodillas antes de que te des cuenta. Otras veces lo ves venir, apenas un punto en el horizonte, pero eres como un canario enjaulado. Lo único que puedes hacer es aguantar y esperar no marearte y vomitar sobre los periódicos.