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La humildad es la perfecta quietud de corazón. Es no esperar nada, no asombrarse de nada de lo que me hacen, no sentir nada de lo que hacen contra mí. Es estar tranquilo cuando nadie me alaba, y cuando me culpan o me desprecian. Es tener un hogar bendito en el Señor, donde puedo entrar y cerrar la puerta, y arrodillarme ante mi Padre en secreto, y estar en paz como en un profundo mar de calma, cuando todo alrededor y arriba es problema.