-
El jardinero es ecuánime ante las incertidumbres de la naturaleza; se mueve entre sus misterios sin sentir la necesidad de control ni de explicaciones ni de soluciones de una vez por todas. Cultivar bien un jardín es ser feliz en medio del parloteo del mundo objetivo, imperturbable ante su negativa a dejarse reducir por nuestras ideas de él, su indomable ranciedad.