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La razón por la que duele tanto separarnos es porque nuestras almas están conectadas. Quizá siempre lo han estado y lo estarán. Quizá hayamos vivido mil vidas antes de ésta y en cada una de ellas nos hayamos encontrado. Y puede que cada vez nos hayamos visto obligados a separarnos por las mismas razones. Eso significa que este adiós es a la vez un adiós a los últimos diez mil años y un preludio de lo que vendrá.