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  • Brigan pronunciaba su nombre y le transmitía un sentimiento. Era coraje y fuerza, y también algo más, como si él estuviera con ella, como si la hubiera acogido dentro de sí, dejándola descansar todo su cuerpo por un momento sobre su columna vertebral, su mente en su mente, su corazón en el fuego del suyo. El fuego del corazón de Brigan era asombroso. El fuego comprendía, y casi no podía creer, que el sentimiento que le estaba enviando era amor.

    Kristin Cashore (2009). "Fuego", p.180, Penguin