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Realmente no sirve de nada hacer preguntas que reflejen oposición a la voluntad de Dios. Más bien pregúntate: ¿Qué debo hacer? ¿Qué debo aprender de esta experiencia? ¿Qué voy a cambiar? ¿A quién debo ayudar? ¿Cómo puedo recordar mis muchas bendiciones en tiempos de prueba? Es muy difícil sacrificar deseos personales profundamente arraigados en favor de la voluntad de Dios. Sin embargo, cuando oras con verdadera convicción: "Por favor, hazme conocer Tu voluntad" y "Que se haga Tu voluntad", estás en la posición más fuerte para recibir la máxima ayuda de tu Padre amoroso.