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  • ...¿Qué se parece más al amor que el océano? Puedes jugar en él, ahogarte en él... puede ser tan claro y brillante como para herir tus ojos, o estar cubierto de niebla, escondido tras una curva de carretera y de repente allí en todo su esplendor. Sus olas vienen como respiraciones, entrando y saliendo, el cuerpo estirado para siempre en sus posibilidades, y sin embargo su corazón yace profundo, no totalmente conocible, inconcebiblemente majestuoso.

    Deb Caletti (2004). “Honey, Baby, Sweetheart”, p.289, Simon and Schuster