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Unos afilados cuchillos parecían cortar sus delicados pies, pero apenas los sentía, tan profundo era el dolor de su corazón. No podía olvidar que aquella era la última noche que vería a aquel por quien había abandonado su hogar y su familia, había renunciado a su hermosa voz y había soportado día tras día un tormento interminable, del que él no sabía absolutamente nada. Le esperaba una noche eterna.