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  • No debemos olvidar a los ancianos con sus cuerpos podridos, a los ancianos que están tan cerca de la muerte, algo en lo que los jóvenes no quieren pensar. No debemos olvidar que nuestros cuerpos declinan, los amigos mueren, todo el mundo se olvida de nosotros, y el final es la soledad. Tampoco debemos olvidar que estos ancianos fueron jóvenes una vez, que la vida es patéticamente corta, que un día tienes veinte años y al día siguiente tienes ochenta.