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La única respuesta en estos tiempos modernos, como en todos los demás tiempos, es la sangre de Cristo. Cuando nuestra conciencia se levanta y nos condena, ¿a dónde acudimos? A Cristo. Nos volvemos al sufrimiento y a la muerte de Cristo, a la sangre de Cristo. Este es el único agente purificador en el universo que puede dar a la conciencia alivio en la vida y paz en la muerte.