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  • La curiosidad y la irreverencia van de la mano. La curiosidad no puede existir sin la otra. La curiosidad pregunta: "¿Es esto cierto?". "Sólo porque siempre ha sido así, ¿es la mejor o la correcta forma de vida, la mejor o la correcta religión, valor político o económico, moralidad?". Para el preguntón, nada es sagrado. Detesta el dogma, desafía cualquier definición finita de moralidad, se rebela contra cualquier represión de una búsqueda libre y abierta de ideas, sin importar adónde puedan conducir. Desafía, insulta, agita, desacredita. Inquieta.