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El ser humano es muy desequilibrado y propenso a salirse por la tangente. En todos los ámbitos de la vida, ponemos demasiado énfasis en una cosa y dejamos de lado otra muy importante. Ninguno de nosotros estará nunca perfectamente equilibrado en su vida espiritual, en su vida intelectual, en su vida emocional, en su vida familiar, en sus relaciones con otros seres humanos o en su vida empresarial. PERO TENEMOS EL RETO DE INTENTARLO, CON LA AYUDA DE DIOS. Estamos destinados a vivir en las Escrituras.