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Papá, me avergüenza que pienses que las mujeres somos tan simples. También podemos tomar decisiones por nosotras mismas, ¿sabes? Ya no soy una niña ni un bebé, así que puedo decir lo que pienso. Y si no quieres oírla, dímelo y me iré a otra habitación, pero la diré de todos modos. Quiero esto para mí tanto como nunca he querido el cuerpo diplomático y voy a conseguirlo, aunque tenga que hacerlo sola. Con permiso.