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La forma en que todos me miraban me incomodaba. Incluso Edward. Era como si hubiera crecido treinta metros en el transcurso de la mañana. Intenté ignorar las miradas impresionadas, fijándome sobre todo en la cara dormida de Nessie y en la expresión inmutable de Jacob. Para él siempre sería Bella, y eso era un alivio. Bella Cullen, Amanecer, capítulo 39, p. 747.