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Al declarar infalible a nuestro Profeta y no permitirnos cuestionarlo, los musulmanes habíamos instaurado una tiranía estática. El Profeta Muhammad intentó legislar todos los aspectos de la vida. Al adherirnos a sus normas sobre lo que está permitido y lo que está prohibido, los musulmanes suprimimos la libertad de pensar por nosotros mismos y de actuar como quisiéramos. Congelamos la perspectiva moral de miles de millones de personas en la mentalidad del desierto árabe del siglo VII. No éramos sólo siervos de Alá, éramos esclavos.