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La gente simplifica "apolíneo" en "suave", "tranquilo" y "frío". Pero "apolíneo" y "dionisíaco" son las dos caras de una misma moneda: una monja arrodillada en su celda, perfectamente quieta, puede estar en éxtasis más frenético que cualquier sacerdotisa de Pan Príapo celebrando el equinoccio de primavera.