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Un día, un día entero, no es una cosa, sino muchas. Cambia no sólo en luz creciente hacia el cenit y declive de nuevo, sino en textura y estado de ánimo, en tono y significado, deformado por mil factores de estación, de calor o frío, de vientos tranquilos o múltiples, torcido por olores, sabores y los tejidos de hielo o hierba, de capullo u hoja o miembros desnudos de trazo negro. Y a medida que un día cambia también lo hacen sus sujetos, bichos y pájaros, cates, perros, mariposas y personas.