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Leer bien, es decir, leer libros verdaderos con un espíritu verdadero, es un ejercicio noble, y que exigirá al lector más que cualquier ejercicio que las costumbres del día estimen. Requiere un entrenamiento como el de los atletas, la firme intención de dedicar casi toda la vida a este objeto. Los libros deben leerse tan deliberada y reservadamente como fueron escritos.