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Pero la transformación de la conciencia emprendida en el taoísmo y el zen se parece más a la corrección de una percepción defectuosa o a la curación de una enfermedad. No se trata de un proceso adquisitivo de aprender más y más hechos o habilidades cada vez mayores, sino más bien de desaprender hábitos y opiniones erróneas. Como dijo Lao-tzu: "El erudito gana cada día, pero el taoísta pierde cada día".