-
Nunca olvidaré a Juliek. ¿Cómo podría olvidar este concierto ante un público de muertos y moribundos? Aún hoy, cuando escucho esa pieza de Beethoven, mis ojos se cierran y de la oscuridad emerge el rostro pálido y melancólico de mi camarada polaco despidiéndose de un público de moribundos.