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  • Dios el Padre Eterno no dio [el] primer gran mandamiento porque necesita que le amemos. Su poder y gloria no disminuyen si despreciamos, negamos o incluso profanamos Su nombre. No, Dios no necesita que le amemos. Porque lo que amamos determina lo que buscamos; lo que buscamos determina lo que pensamos y hacemos; lo que pensamos y hacemos determina quiénes somos y en quiénes nos convertiremos.