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A menudo nos dejamos alterar por pequeñas cosas que deberíamos despreciar y olvidar. Perdemos muchas horas insustituibles rumiando agravios que, dentro de un año, serán olvidados por nosotros y por todos. No, dediquemos nuestra vida a acciones y sentimientos que valgan la pena, a grandes pensamientos, afectos verdaderos y empresas perdurables.