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En la guerra -respondió el tejedor-, los fuertes hacen esclavos a los débiles, y en la paz los ricos hacen esclavos a los pobres. Tenemos que trabajar para vivir, y nos dan salarios tan mezquinos que nos morimos. Trabajamos para ellos todo el día, y ellos amontonan oro en sus arcas, y nuestros hijos se marchitan antes de tiempo, y los rostros de los que amamos se vuelven duros y malvados. Nosotros pisamos las uvas, y otro bebe el vino. Sembramos el maíz, y nuestro propio tablero está vacío. Tenemos cadenas, aunque ningún ojo las contemple; y somos esclavos, aunque los hombres nos llamen libres.