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  • Al otro lado de la habitación, oyó un fuerte ruido. Levantó la vista y vio que Roland se había caído de la silla. La última vez que lo había visto, estaba apoyado en dos piernas, y ahora parecía que la gravedad había ganado la partida. Cuando se puso en pie, Arriane fue a ayudarle. Le echó un vistazo y le saludó con la mano. "¡Está bien!", dijo alegremente. "¡Levántate!", le susurró en voz alta a Roland.