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Es difícil entender cómo un gran hombre puede ser ateo. Sin la influencia sustentadora de la fe en un poder divino podríamos tener poca fe en nosotros mismos. Necesitamos sentir que detrás de nosotros hay inteligencia y amor. Los escépticos no contribuyen, los cínicos no crean. La fe es la gran fuerza motriz, y ningún hombre realiza todas sus posibilidades a menos que tenga la profunda convicción de que la vida es eternamente importante, y que su trabajo, bien hecho, forma parte de un plan interminable.