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Al final de un día miserable, en lugar de lamentarme por mi nada virtual, siempre puedo mirar mi papelera cargada y decirme que si he fracasado, al menos me he llevado por delante unos cuantos árboles.
Al final de un día miserable, en lugar de lamentarme por mi nada virtual, siempre puedo mirar mi papelera cargada y decirme que si he fracasado, al menos me he llevado por delante unos cuantos árboles.