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Estar indefensos, estupefactos, Incapaces de decir sí o no. Entonces vendrá una camilla de la gracia a recogernos. Somos demasiado torpes para ver esa belleza. Si decimos que podemos, mentimos. Si decimos que no, no la vemos, Ese no nos decapitará Y cerrará herméticamente nuestra ventana al espíritu. Así que mejor no estemos seguros de nada, Sólo de nosotros mismos, y sólo de eso, para que los seres milagrosos vengan corriendo a ayudar. Enloquecidos, tumbados en círculo cero, mudos, Diremos al fin, Con tremenda elocuencia, Guíanos. Cuando nos hayamos rendido totalmente a esa belleza, Seremos una bondad poderosa.