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De hecho. Las múltiples sexualidades -las que aparecen con las diferentes edades (sexualidades del lactante o del niño), las que se fijan en gustos o prácticas particulares (la sexualidad del invertido, del gerontófilo, del fetichista), las que, de manera difusa, invisten las relaciones (la sexualidad del médico y del paciente, del profesor y del alumno, del psiquiatra y del enfermo mental), las que rondan los espacios (la sexualidad del hogar, de la escuela, de la prisión)- forman el correlato de procedimientos exactos de poder.