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  • Y se levantó de su lecho de muerte en un vestido de gasa, con los ojos del color de la luz de las estrellas y el pelo tan negro como la noche. Y los que eran sus captores temblaron, porque de su alma emanaba el aroma de la muerte y la locura, y sin embargo no estaba muerta. Se movía como las arañas que se arrastran por las copas de los árboles, y nadie podía apartar la mirada. Tomando en sus manos a su primer captor, se alimentó profunda y vorazmente. Y así fue como Myst, Reina de la Corte Añil, nació de la sangre de los muertos.

    Yasmine Galenorn (2010). “Night Myst”, p.13, Penguin