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  • Y recuerdo vagamente que me sonreía desde la puerta con la brillante ambigüedad de una sonrisa de chica, que parece prometer una respuesta a la pregunta, pero nunca la da. La pregunta, la que todos nos hemos estado haciendo desde que las chicas dejaron de ser asquerosas, la pregunta que es demasiado simple para no ser complicada: ¿Le gusto o le GUSTO?