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Oh, vosotros, que en alguna bonita barca, Ansiosos de escuchar, habéis estado siguiendo Tras mi nave, que cantando navega Volved atrás para mirar de nuevo a vuestras propias costas; No tentéis a las profundidades, No sea que desprevenidos, Al perderme, Os perdáis vosotros mismos. El mar que navego nunca ha sido pasado; Minerva respira, y me pilota Apolo, Y las Musas nueve me señalan las Osas. Vosotros, los otros pocos que tenéis el cuello levantado A veces al pan de los ángeles Del que se vive y no se sacia, Bien podéis lanzar vuestra nave Sobre el mar profundo.