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Un árbol está vivo y, por tanto, siempre es más de lo que se ve. De las raíces a las hojas, sí, eso se puede ver en parte. Pero es más: son los líquenes, el musgo y los helechos que crecen en su corteza, la vida demasiado pequeña para verla que vive entre sus raíces, una comunidad que conocemos, pero en la que no pensamos. Son todas las moscas, abejas y escarabajos que lo utilizan como refugio o alimento, todos los pájaros que anidan en sus ramas. Cada uno es un individuo y, sin embargo, cada uno forma parte del árbol, y el árbol forma parte de cada uno.