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Enterraremos a nuestras madres y padres, llevando a nuestros hijos a dormir fuera de casa, saltando sobre ojos rojos, contándonos historias que duele oír, sobre jadeos, respiraciones agónicas, enfermeras de cuidados paliativos, cicatrices y moratones y costras, y cómo la piel se vuelve papel poco después de que una persona fallezca. Estaremos de acuerdo en que es un honor ver a una persona dejar este mundo tanto como ver a una persona llegar a él.