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  • Poseía el poder. Lo tenía en su mano. Un poder más fuerte que el poder del dinero o el poder del terror o el poder de la muerte: el invencible poder de dominar el amor de la humanidad. Sólo había una cosa que ese poder no podía hacer: no podía hacerle capaz de olerse a sí mismo.

    Patrick Süskind (2015). “Perfume: The Story of a Murderer”, p.233, Penguin UK