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De forma pesada e hipnótica, con el alma aplastándose hacia atrás como las orejas de un gato que silba, Kizzy se inclinó y bebió de la boca llena y húmeda de Jack Husk, y los labios rojos y rojos de él se abalanzaron sobre los suyos, bebiéndola a su vez.Los dedos se aferraron a los cuellos y al pelo, a la manta de picnic, a la hierba... Y mientras se hundían, clavando sus sombras bajo ellos, el horizonte se inclinó y, lentamente, hora tras hora, el día se fue desvaneciendo. Fue el primer beso de Kizzy, y tal vez el último, y fue delicioso.